Una cosa es sentir, otra pensar y otra hacer. Es ahí donde está el secreto para gestionar las emociones. Una cosa es connotarlas como «buenas» y «malas» y otra reconocer que unas nos generan bienestar y otras malestar. Esta es una diferencia gigante cuando se trata de reconocer las mismas y aceptar que son nuestras aliadas para ser más asertivos, poner límites, establecer acuerdos, tener relaciones más favorables, etc. Es real que a todos nos cuestan más unas emociones que otras…es ahí donde tenemos la oportunidad de crecer y empoderarnos para enfrentar mejor situaciones futuras.
¿Cómo manejar las emociones? Si te das cuenta de una emoción que te genera malestar, deja que se presente, no la juzgues y observa cuáles son tus pensamientos y en la medida de lo posible dale espacio al cuerpo para hacer lo que necesite. Si le das un espacio de escucha, la sensación se mueve y con ello fluye la emoción y logramos seguir al cuerpo, no a la mente. Al sentir sin juicio, una sensación a la vez y eligiendo la más cómoda aunque existan otras no cómodas (rigidez, suavidad, calor, frío, etc.) todo parece volverse a acomodar. Es así que el sentir se acomoda junto con el pensamiento para después poder tomar acciones. Acciones de las que después no te arrepientas y que no estén basadas sólo en las cargas significativas que has aprendido, o que te hagan repetir historias y pautas aprendidas. Para ésto puedes usar la analogía del semáforo donde pasamos de rojo, al amarillo y después a verde.
ROJO
Alto Total. Busca un espacio para reconocer las sensaciones de tu cuerpo y acompañar sin juicio la sensación más cómoda aunque haya otras menos cómodas. Puedes ir a una y a otra como tú decidas, pero siempre hay más de una opción (no solo lo más incómodo), la diferencia puede ser sutil pero es muy significativa. Esto permite que la sensación se mueva, y así la emoción y el pensamiento parezcan acomodarse. Si no es suficiente dar tiempo y espacio a la sensación deja que el cuerpo se mueva, dejando simplemente que haga lo primero que sientas que quiere hacer en ese momento pero busca que el movimiento sea lo más lento que puedas (buscando que sea lo más cómodo posible) y si no genera más respuesta de inseguridad (activación del sistema nervioso). Si puedes, expresa la emoción de forma que no te dañe o dañe a otros. Para ello primero tienes que llegar a sentirte seguro. Lo importante es dar movimiento a esa energía contenida que nos hace defendernos, huir o congelarnos y solo nosotros sabemos que nos genera bienestar. También puede ser hacer algo agradable como caminar, dibujar o puede ser simplemente traer una imagen o reconocer una sensación agradable, esa es elección nuestra.
AMARILLO
Pausa y Respirar. El malestar permanece pero tal vez sólo necesitas respirar profundo para transitar por la sensación desagradable. Aquí tal vez no necesites realizar ningún movimiento. Observa si lo necesitas y permite que se dé.
VERDE
Avanzar. Estarás listo para reconocer que te mueves y que te sigues moviendo y que el espacio y tiempo que te diste permite conectar la razón con el sentir y poder pensar para poder actuar. A tu tiempo, a tu espacio… ni antes ni después.